Los orígenes


El 14 de Septiembre de 1.553, la Cofradía de la Vera Cruz celebraría una Misa rezada, la cual sería establecida "in perpetuum", en su regla, todos los viernes del año en el altar de la Santa Vera Cruz, donde se encontraba el Cristo. Este día se produjo una grave inundación que asoló la pequeña villa bilbaína.

Este pasaje se halla recogido en el documento más antiguo de cuantos se han encontrado referentes a la cofradía. El 2 de Abril de 1.554 se reunían, en la Iglesia de Santiago, para redactar las normas que debían regir la "Cofradía de la Santa Vera Cruz de los Penitentes", el Cabildo y los mayordomos de la Cofradía ante el escribano de sus majestades y con el acuerdo del Ayuntamiento de la villa. Muy solemne debió ser aquella reunión en la que se congregaron a "campana tañida", no menos de quince sacerdotes beneficiados quienes recibieron al escribano y a los tres mayordomos de la Cofradía para firmar las reglas que regirían en adelante la vida de la cofradía. Estas reglas nos hablan de la cofradía como una institución que ya venía funcionando tiempo antes.

Para el gobierno de la cofradía se elegirían anualmente dos mayordomos que se encargasen de todo lo necesario, y si no hubiese personas dispuestas a realizar tal labor sería el Ayuntamiento quien nombrase dos personas responsables.

Estas reglas nos dan noticia de que se representaba en vivo el auto del prendimiento y posteriormente los personajes ocuparían la parte trasera de la procesión, una persona representaría a Jesucristo cargando con una cruz de madera, ayudándole Simón de Cirene y dos pregoneros, uno llevando a Jesús con una cuerda de esparto al cuello y el otro tañendo una corneta pregonando la sentencia de Pilato. Los clérigos del cabildo habían de colocarse al final de la procesión, mientras los mayordomos irían en mitad de la procesión con sus insignias recogiendo y gobernando a los penitentes. Así mismo tenían la obligación de llevar, para los penitentes y disciplinantes, las cosas que se requerían con un boticario y cirujano para asistir médicamente a los hermanos cofrades que decidían azotarse la espalda, como penitencia para expiar sus pecados.

El itinerario que estas primeras procesiones recorrían se realizaría por la plaza vieja y Tendería a la Iglesia de Santiago, donde se hacía estación de penitencia ante el Santísimo, de allí por los caminos nuevos al arenal y la iglesia de San Nicolás y por la calle de abajo a la iglesia de San Antón y regreso a los Santos Juanes.

Existe un inventario de 1.579 en el que podemos apreciar que la cofradía ya contaba con una imagen de la Virgen Dolorosa, San Juan y un Cristo.

En 1.589 el ayuntamiento de Bilbao recibe autorización de Felipe II para seguir dando las limosnas acostumbradas a la cofradía, el consistorio daba 30.000 maravedíes para la cera de la procesión de Jueves Santo.

En 1.590, se tiene conocimiento a través de un documento protocolario que el escultor Martín de Basabe realizó para la cofradía una nueva imagen de La Soledad. Era un escultor de Aulestia muy conocido por sus trabajos en el Señorío de Bizkaia, trabajando en el retablo de San Antón de Bilbao entre otras obras.

En el año 1.593 la cofradía sufriría grandes pérdidas por causa de las inundaciones acaecidas en el mes de setiembre. En esa gran riada se perdería el archivo de la cofradía así como la imagen de Cristo crucificado. Si ha sido posible encontrar las reglas firmadas en 1.554 es gracias a la copia que se se conserva en el archivo municipal de Bilbao.