Bilbao contaba en sus procesiones con una imagen de Cristo muerto que, en Urna de cristal y portado por los sacerdotes de la Villa, salía los Viernes Santos, pero se carecía de un paso del Santo Entierro o de Jesús en el sepulcro, títulos dados por el artista y que comúnmente conocemos por el nombre de Cristo Yacente. Por tal razón a finales de noviembre de 1.943, se recibe un boceto y maqueta para un paso de este tipo enviado por Higinio Basterra. El tema queda en el aire hasta abril de 1944 en que la Sra. Dña. Felisa Centeno Goitiandia dona una cantidad, 25.000 pts., para la construcción de dicho conjunto procesional. En este instante se encarga la obra a Basterra según el boceto presentado y comprometiéndose a realizar su entrega para que pudiera salir en la Semana Santa de 1945. Ilusión vana de la Cofradía, ya que el artista hasta que no recibe la primera partida de dinero no comenzará a esculpir la obra y esto sucedió en mayo de 1946, indicando que la representación del Cristo Yacente se entregaría para 1947, como así sucedió entre los meses de marzo y abril.

Aparte de la cantidad entregada por Dª Felisa Centeno en abril del 44, realizó algunas aportaciones más, hasta cubrir la la cantidad que cobró Higinio Basterra, un total de 60.000 pts. También la cofradía recurrió a ella para conseguir el dinero necesario para hacer frente al coste del terciopelo bordado en plata que adorna el anda de este paso y que fue realizado por las RR.MM. Angeles Custodios. Desconocemos la aportación pecuniaria para este fin así como el coste de la misma, que no figura en el libro de cuentas de la Cofradía. El artista pidió más dinero del que había presupuestado y recibido ya que pensaba que su obra había salido mejor de lo esperado. La contestación de la Cofradía fue clara, al haber entregado la obra y firmado los recibos correspondientes se le negó el aumento pedido. A finales del año 1948 se le remitió a la bienhechora, Dña. Felisa Centeno, un documento en el que se relacionaban los gastos detallados del paso del Cristo en el Sepulcro.

El paso lo componen dos figuras; el cuerpo muerto de Jesús, en el que el artista plasma su buen hacer a la hora de tallar la anatomía humana. Es una imagen desangrada pero no rígida. Parece que Basterra intenta representar ese paso hacia el más allá una vez superada la muerte. Es un cuerpo donde no se muestran los signos de la tortura recibida y se nos presenta casi como un belleza idealizada, siguiendo las influencias clásicas. Hay quien afirma que Rodin, Miguel Angel y los clásicos griegos son las fuentes en las que Basterra bebía a la hora de esculpir, fundiéndolas en una sola, corriente que permaneció fiel a lo largo de toda su vida escultórica. La segunda figura es un ángel de menor tamaño que a modo de dosel se encuentra detrás de la cabeza de Cristo, sosteniendo en la mano izquierda la sábana santa que ha sido retirada por él y en la derecha una antorcha encendida, espíritu de la Resurrección. En las cuatro esquinas, en posición sedente y a un tamaño mucho menor cuatro soldados soñolientos.

Este paso participa en la procesión del Santo Entierro, la tarde de Viernes Santo.

 

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