Presidiendo el retablo barroco de la Vera Cruz encontramos la imagen de un Crucificado de gran devoción que es conocido como el Stmo. Cristo de la Villa de Bilbao. Es la pieza escultórica más antigua entre las que participan en las procesiones bilbaínas y una de las obras cumbres de la imaginería procesional vizcaína. La expresiva figura de Jesús ya muerto, con la cabeza que descansa sobre su pecho, aparece sujeta por tres clavos a una cruz desbastada y de sección cilíndrica. Todo en este bulto es técnicamente brillante comenzando por su anatomía bien lograda, con el vientre y las costillas marcadas, y continuando por el conseguido tratamiento de los cabellos en mechones separados o el del paño de pureza de pliegues horizontales y nudo flotante a la izquierda de la imagen. Su barba es poblada y se parte, simétricamente, en dos mitades mientras el pelo le asoma por el flanco derecho de su cabeza herida por una impresionante corona de espinas de trenzado abierto. La policromía acentúa el carácter sufriente que posee su rostro a través de los abundantes y conseguidos regueros de sangre que cubren todo su cuerpo y las marcas de los latigazos visibles que descarnan su espalda.

Esta imagen participa en las procesiones del miércoles y Viernes Santo y es portado sobre un anda de estilo románico realizada en los años 40 del S. XX.

Recibe culto propio el 3 de Mayo, coincidiendo con la fiesta de la Invención de la Santa Cruz. Al finalizar la Eucaristía el ayuntamiento de Bilbao realiza una petición pública ante el Cristo para que proteja a la Villa de cualquier mal, a continuación se le baila el aurresku de honor y se finaliza la ceremonia con una ofrenda floral por parte de los bilbaínos.

Sobre su autoría no se ha encontrado ningún documento que la justifique pero desde los años 40 del S. XX está atribuida al escultor Juan de Mesa.

 

Pinchando sobre el siguiente botón accederá a una pequeña reseña biográfica sobre el escultor.