MARÍA, EJEMPLO DEL COFRADE


María, la Madre de Jesús, es figura relevante en la espiritualidad cristiana. Todos hemos recibido y vivido una devoción mariana. Todavía hay gente que confunde a María con la imagen que hay en su pueblo e incluso promueve una rivalidad infantil con el pueblo vecino.



María es la “Madre de todos”.

Lo que sabemos de María, lo sabemos por el Evangelio

Es muy significativo que María fuese de origen humilde, la importancia de ésta mujer no iba a radicar en su condición, sino en su vida de fe y de fidelidad al Hijo.

La vida de María puede considerarse como una peregrinación en la fe.

María en el instante de la Anunciación, después de haber manifestado su condición de virgen, creyó que por el poder del altísimo, por obra del Espíritu Santo, se convertiría en la madre del Hijo de Dios.


La historia de María es una "historia de fe"

La anunciación representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida en el que se inicia todo.

María es saludada con un “alégrate” como anuncio de la Buena Noticia que se extenderá por todo el mundo, se le confía la misión de parte de Dios: ser madre a través de tres acciones, “concebirás en tu seno”, "darás a luz un hijo”, “le pondrás por nombre Jesús”.

Será el Espíritu de Dios, quien inicie en María una nueva Creación.

Es de destacar la actitud de servicio, obediencia y de disponibilidad ante el Misterio de su Hijo. “hágase en mí según tu palabra”.

A lo largo del relato del nacimiento y la infancia de Jesús, podemos comprobar como María asume con naturalidad su papel materno.

María permaneció en intimidad constante con el misterio de su Hijo y con él avanzaba en la fe.

La presencia de María en las Bodas de Caná demuestra cómo seguía la Madre al Hijo y cómo la perseverancia en la fe, le permite situarse entre sus primeros discípulos.

La Madre aparece como la primera que cree en Jesús, lo que a su vez provoca la primera señal que suscita la fe de los discípulos.

El Gólgota, el lugar donde Jesús es crucificado y junto a la Cruz está su madre, siguió a su Hijo hasta el final, demuestra una valentía y fidelidad que ninguno de sus seguidores manifestó.


Por medio de la fe, la Madre participa en la muerte de su Hijo

Es significativa la presencia de María en el momento fundacional de la comunidad cristiana, en el que el Espíritu la Consagra para cumplir su misión.

María fue coherente con su fe desde la anunciación hasta la constitución de la Iglesia.

La que está presente como Madre en el misterio de Cristo, por voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo se hace presente, también como madre, en los misterios de la Iglesia.


Un auténtico culto a la Virgen: no la adoramos, la veneramos

La presencia de la Virgen en el culto cristiano está íntimamente unida a Cristo y a la Iglesia.

En la ternura de María el pueblo ha buscado siempre el gran signo del rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, María es una señal de esperanza.

La devoción real a María es el camino de nuestra salvación para pasar del ritualismo hueco a una mayor profundidad religiosa.

Otro error que cometen nuestras cofradías a la hora de manifestar el culto a María, es la adoración, es ésta una desviación por exceso, pues María no debe ser adorada.

La adoración es un culto debido solamente a Dios, como supremo dueño y señor de todas las cosas.

María tiene que ser objeto de veneración, pero ésta debe de ser especial.


La Iglesia impulsa a lo largo del año litúrgico el culto a la Virgen María

- Solemnidades. la Inmaculada Concepción de María (8.12). Santa María Madre de Dios (1.01). La Anunciación del Señor (25.03). La Asunción de la Virgen María (15.08)

- Fiestas. La Presentación de Jesús en el Templo (2.04); la Visitación de la Virgen María (31.05), la Natividad de la Virgen María (8.09)

A pesar de las muchas advocaciones que actualizan el misterio mariano, el culto a María es único e indivisible. María no hay más que una: la de los Evangelios.

Cada uno ha de elegir entre sus advocaciones preferidas de Nuestra Señora, aquella que le haga más cristiano.